Por: María José Pizarro, senadora por el Pacto Histórico y vicepresidenta del Senadora de la República – Columna El Espectador
Este domingo serán las elecciones federales en México, momento en el que 98 millones de personas acudirán a las urnas para renovar el Congreso, gobernaciones y legislaturas locales, incluyendo la jefatura de gobierno de Ciudad de México, junto a la presidencia de la nación que, de acuerdo a los sondeos, será ocupado por primera vez en la historia por una mujer.
Quien encabeza las encuestas es Claudia Sheinbaum, una científica y académica que ha caminado toda su vida en el progresismo, desde donde ha ejercido su liderazgo de forma seria, coherente, en un país complejo y desafiante; con una larga tradición revolucionaria, pero que también relegó por años a las mujeres a un segundo plano.
Sin embargo, las luchas por los derechos de las mujeres y la erradicación de las violencias de género ha llevado al país a ser referente a nivel mundial. Lo mismo respecto a la participación política femenina y la reivindicación de nuestro rol en la historia, que en México tiene larga data, desde las heroínas de la independencia a la Revolución, como el voto de las mujeres desde 1953 al principio de paridad de género reconocido en 2014.
De hecho, la misma Claudia sostuvo que “México está listo para una presidenta, para una astronauta, para una ingeniera. Las mujeres mexicanas estamos listas desde hace mucho tiempo”. Estoy segura que Colombia también lo está.
México vive un proceso conocido como la Cuarta Transformación, tras la independencia, las reformas de Benito Juárez y la Revolución, hoy a cargo del primer presidente progresista de su historia, Andrés Manuel López Obrador. El proyecto político del líder del Movimiento de Regeneración Nacional, MORENA, plantea reformas sociales para mejorar la vida de la población, alcanzar la justicia social, luchar contra la corrupción, disminuir la pobreza y profundizar la democracia, entre otras. Se espera que Sheimbaun sea su sucesora, para dar continuidad y avanzar hacia lo que llaman el segundo piso de la 4T.
Cuando volteamos a ver lo que pasa en Colombia, vemos desafíos y acciones similares, así como también el lento avance de la participación política de las mujeres, el ejercicio de múltiples violencias en nuestra contra y la persistencia de los feminicidios en todo el territorio nacional.
Si nos concentramos en la representación de las mujeres en cargos de elección, los desafíos estructurales y las desigualdades que enfrentamos, se pone de presente un escenario que dificulta las postulaciones y las posibilidades de resultar electas; solo el 25% de los cargos escogidos en las regionales de 2023 son ocupados por mujeres, mientras que en el Congreso apenas rondamos el 30%, en gran medida por la decisión del Pacto Histórico de conformar listas paritarias.
Necesitamos medidas afirmativas para incrementar la representación femenina, pues si las cosas siguen como van, la paridad parlamentaria no se logrará sino hasta después de 2063; y si no hacemos nada en términos de igualdad de género como sociedad, nos demoraremos 300 años en lograrla.
Sin embargo, más allá de ello, y por los retos que enfrentamos como sociedad, estoy convencida de que es el tiempo de las mujeres: somos las grandes convocadas a cuidar amorosamente nuestra nación y avanzar con las transformaciones que necesita el país, con las cuales garantizar condiciones dignas y equitativas para que todas las personas que habitan nuestro territorio tengamos las posibilidades y la tranquilidad para desarrollar nuestros proyectos de vida.
Construir un país a la altura de nuestros sueños no es tarea para cualquiera. No podemos entregar el futuro de Colombia a quienes quieren volver al pasado, a la violencia y las balas para resolver los problemas; tampoco a quienes con su prepotencia dividen y son incapaces de construir consensos en favor de la gente necesitada; mucho menos a la derecha radical, que busca polarizar irresponsablemente la sociedad.
Colombia necesita seguir avanzando por el sendero de un gran diálogo Nacional para responderle a la gente, a las familias colombianas; para recuperar la dignidad del trabajador, de la trabajadora, para ampliar la cobertura en educación y salud, para tener dignidad en nuestra vejez.
Chile con Michelle Bachelet, Brasil con Dilma y Argentina con Cristina nos marcaron el camino; esperemos que también México después de este domingo haga lo propio con Claudia Sheinbaum. Que una mujer sea presidenta de Colombia en 2026.
Para concluir, tengo el honor de ver el ascenso de una mujer en la política, Claudia Sheinbaum y ser parte de la apertura a una nueva era femenina en América Latina. Hoy acompaño este momento histórico desde México, el país que ha logrado construir una alternativa real al modelo neoliberal con éxito, cimentada en una fuerte tradición humanista, de democracia auténticamente popular.